Atardecer de luna llena en la Sierra de Baza
LA HUELLA ECOLÓGICA
La huella ecológica es un indicador ambiental de carácter integrador del impacto que ejerce una determinada comunidad humana –un país, una región o una ciudad, por ejemplo- sobre su entorno, considerando tanto los recursos necesarios como los residuos generados para el mantenimiento del modelo de producción y consumo de la comunidad. Su objetivo fundamental consiste en evaluar el impacto sobre el planeta de un determinado modo o forma de vida y, compararlo con la biocapacidad del planeta. Consecuentemente es un indicador clave para la sostenibilidad del planeta. Y se concreta en "la superficie necesaria para producir los recursos consumidos por un ciudadano medio de una determinada comunidad humana, así como la necesaria para absorber los residuos que genera, independientemente de la localización de éstas áreas".
Se habla de "déficit ecológico" cuando una región no es autosuficiente, ya que consume más recursos de los que dispone. Este hecho nos indica que la comunidad se está apropiando de áreas productivas fuera de su territorio, o bien, que está hipotecando y haciendo uso de superficies de las futuras generaciones.
Dentro de este panorama, en los últimos años asistimos a una creciente preocupación por los problemas ambientales del planeta, dando la impresión de que se está produciendo un redescubrimiento de medio ambiente, entendido éste como nuestro patrimonio biológico, el entorno vital que nos rodea y en cuyo seno nacemos, vivimos y morimos, concienciación que ha ido aumentando por una pluralidad de razones, pero particularmente por la necesidad vital de pervivir como especie, alertados por los problemas de contaminación, extinciones de especies silvestres y alteraciones macrodimensionales del planeta, como es el célebre cambio climático, que por primera vez parece que comienza a tomarse en serio. Y es que el hombre -sin prácticas distinciones- parece que está tomando conciencia de que forma parte de la naturaleza, que no es su dueño y señor, y los excesos vividos han dejado al desnudo las estrechas relaciones de las personas con la naturaleza. Alertados, por citar un ejemplo, por estar superando, con crecer, el límite de autodepuración del planeta, por lo que se acumulan ya en nuestra atmósfera más gases de los que de modo natural pueden eliminarse. Aun cuando en el trasfondo de todo ello se encuentra el hecho de que hemos superado nuestra Huella Ecológica, que tenemos más necesidades más materiales de las que poseemos y somos capaces de producir de forma natural, que producimos más residuos de los que el planeta puede destruir de forma natural. Y las consecuencias de no poner freno a ello son evidentes: está en riesgo nuestro propio futuro como especie en este planeta. De aquí nuestra llamada al consumo responsable, a la atemperación de los residuos que generamos a los que el planeta puede autodepurar, a la adecuación de los consumos de nuestros recursos a nuestra producción, lo que es aplicable, como ilustrativo ejemplo, en épocas de crisis como ésta tan dura que estamos viviendo, a nuestras economías domésticas, en las que -como nuestra huella ecológica- se impone atemperar nuestros gastos a nuestras efectivas disponibilidades, si es que no queremos pasar factura en un próximo futuro.
La Asociación PROYECTO SIERRA DE BAZA