EL CONEJO COMO ESPECIE CLAVE DE LA CADENA TRÓFICA Y SU RIESGO DE SUPERVIVENCIA
© José Ángel Rodríguez
Conejo fotografiado en su hábitat natural en una zona adehesada
El conejo es una de las llamadas especies claves o esenciales de la cadena trófica de la fauna ibérica, de modo que se ha estimado que en mayor o menor medida dependen de él unas cuarenta especies, por lo que se ha considerado a este animal como una especie básica en el conjunto de las especies que integran la fauna del monte mediterráneo, lo que supone que su desaparición o disminución puede afectar directa o indirectamente a las especies que dependen de él como alimento, tales como el grupo de los carnívoros, sin excepción, aves como las medianas y grandes rapaces diurnas y nocturnas o a reptiles como la culebra bastarda o la culebra de herradura o el lagarto ocelado, además del jabalí y del erizo (Erinaceus europaeus). Aun cuando el caso más llamativo es el del lince (Lynx pardinus), cuya alimentación básica está integrada en un 70/90 % por conejos, de forma que se ha considerado que la causa que más ha influido en la disminución de los linces, hasta colocarlos al borde de la extinción terminal, ha sido la disminución de la población de conejos por las plagas sufridas por este animal, a las que haremos más detallada referencia más adelante.
Una de las características más importantes del conejo, es la de su extraordinaria fecundidad y capacidad para reproducirse. De modo que se ha calculado que la descendencia de una sola pareja, que no tenga interferencias negativas para su desarrollo, puede alcanzar la increíble cifra de 1.848 individuos. Ello motivó que en el año 1952 un medicó francés, el tristemente famoso Doctor Armand Delille, inoculó el virus de la mixomatosis a unos conejos que al parecer producían daños en sus viñedos, transmitiéndose el virus de unos ejemplares a otros por los mosquitos y las pulgas de los propios animales. La enfermedad que se creó es de tal virulencia que se extendió rápidamente por toda Europa, detectándose su presencia en el norte de España en el año 1953 y en el sur en el año 1959. Tal fue la mortalidad que ocasionó la mixomatosis que en algunas comarcas murieron entre el 95 y el 100 por ciento de la población de conejos.
Cuando la población de conejos comenzó a recuperarse de este mazazo, hizo acto de aparición otra epidemia: la enfermedad vírica hemorrágica (EVH), producida por un virus también creado por el hombre, que fue descrito por primera vez en China y que en el año 1988 también fue detectado en España.
Las incidencias de una y otra enfermedad se complementan en el conejo, de modo que mientras que la mixomatosis afecta a los conejos de modo fundamental en los meses de calor, la EVH lo hace en los meses fríos. Entre ambas han reducido a un 10 % la población de conejos, que se han visto exterminados localmente de muchos lugares.
Una especie en riesgo de supervivencia y con ello las que dependen de él
La esperanza se encontraba puesta en una vacuna la llamada vacuna Mixoima-VP60 que actúa contra las dos enfermedades del conejo, que fue probada con éxito experimentalmente en la isla del Aire en Menorca, donde había censados una población de 300 conejos, siendo vacunos 75 individuos, destacándose en los informes de seguimiento como todos los conejos vacunados consiguieron la inmunidad frente a esta dolencia, mientras que en el 45 % restante se detectaron anticuerpos. Las pulgas y el contacto entre los propios animales actúan para la propagación de la vacuna de unos ejemplares a otros con un relativo éxito, lo que había despertado grandes esperanzas que ahora se han visto rotas, con la reciente noticia que hemos encontrado en los medios de comunicación especializados en información medioambiental y que se hacían eco de una rueda de prensa celebrada el pasado 27 de mayo en la sede de la Fundación Biodiversidad, en Madrid, haciéndose público en el transcurso de la misma un reciente dictamen de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios, en el que se destaca como no se ha considerado viable esta vacuna por no estar asegurada su capacidad de transmisión de conejos vacunados a otro no vacunados, habiéndose descartado el empleo de la vacuna al considerar que es imposible vacunar individualmente, como sería necesario, a todos los conejos silvestres, aun cuando sí se ha comprobado que los vacunados quedan inmunizados ante la enfermedad, los que nos parece un avance tan importante como para no descartar ya su uso, si es que no hay otras razones inconfesables para que no se haya puesto ya en el mercado esta vacuna, y se permita que continúen muriendo miles, millones, de conejos todos los años con la grave incidencia en la cadena trófica que ello representa, sin darle una efectiva solución a esta gravísima problemática.
La Asociación PROYECTO SIERRA DE BAZA
Más información en la revista digital de julio-2011, núm. 145. Año XIII
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